Federico van Mameren, conductor de Panorama Tucumano, arrojó luz sobre un sentimiento que muchos tucumanos comparten: la sensación de vivir en una provincia atrapada en un estancamiento que parece no tener fin.
Este martes, su Rompecabezas en LG Play fue un llamado a comprender, a responder, a cuestionar por qué en Tucumán los proyectos se truncan y los sueños se postergan, mientras las provincias vecinas avanzan con decisión y pragmatismo.
La escena que describe Van Mameren es tan común como simbólica: un ciudadano, frustrado y perplejo, le compartió sus inquietudes en la calle al conductor. Hablaron de un encuentro reciente en el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas, donde el contraste entre el presente y el futuro de provincias como Salta y Jujuy en comparación con Tucumán era evidente. Allí, mientras en Salta se proyectan corredores bioceánicos que dinamizarán el comercio y en Jujuy se trabaja en el tren de energía solar, en Tucumán estos proyectos no pasan del plano de las promesas. Este hombre en la calle, que parecía llevar años esperando soluciones, se preguntaba algo tan sencillo como desgarrador: “¿Por qué no?”
Tucumán es un rompecabezas, difícil de armar y entender. Y Van Mameren lo resume con preguntas que muchos comparten: ¿Por qué no? ¿Por qué las autopistas y otras obras públicas quedan a mitad de camino? ¿Por qué la provincia parece estancada, atada a discursos vacíos que se repiten año tras año? No hay respuestas fáciles, y, como bien señala Van Mameren, la responsabilidad no recae solo en el gobierno actual. La oposición también juega su papel, o más bien su falta de papel, ya que parece adormecida, sin propuestas ni entusiasmo. Incluso un proyecto de acceso a la información pública, que podría ser una herramienta de transparencia, enfrenta el silencio tanto de un lado como del otro.
En lugar de un llamado a la acción o al cuestionamiento, vemos una aparente resignación. En palabras del propio Van Mameren, “si sabemos, no reflexionamos. O no denunciamos.”
Este Tucumán difícil de entender no es solo una frustración individual; es un fracaso colectivo. La historia reciente nos muestra que la promesa de tener un representante tucumano en el Ejecutivo Nacional iba a traducirse en beneficios para todos. Hoy, esa promesa parece un eco vacío.
Quizá el primer paso para que esta realidad cambie sea aceptar que no basta con culpar al oficialismo ni con esperar que la oposición reaccione.
Porque solo entendiendo el rompecabezas de Tucumán podremos encontrar las piezas que nos faltan para avanzar.